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Los Reyes Magos

  • Publicado el

    05 de enero de 2016

Los Reyes Magos llegaron, un año más, el 6 de enero, en su fecha de compromiso con la ilusión, inocencia y los sueños de todos los niños; por ello para sentir estos momentos cargados de magia hay que ser niños o volverse a la niñez;En la niñez de nuestros residentes no había televisiones, ni ordenadores, muy pocos aparatos de radio…  pero de lo que podemos decir orgullosamente es que les sobraba mucha imaginación.

Habían visto las imágenes de los Reyes Magos en algún cuento o algún libro de lectura sacado de la biblioteca de la escuela. Había pocas cabalgatas, sólo en alguna ciudad importante,  tampoco había fuegos de artificio, pero lo que sí había en todas las ciudades era un escaparate en la tienda del barrio donde se agolpaban una gran cantidad de juguetes, allí se podía contemplar la cocinita, muñecos, un camión de madera, indios y vaqueros, una carreta tirada por unos bueyes de cartón y algún coche o barco de chapa, además de las peonzas.

Cada vez que pasaban por la tienda pegaban las narices al frío escaparate,  porque entonces sí que hacía frío de verdad, y se pasaban el tiempo soñando a la vez que esperaban la hora de la llegada de los Magos de Oriente; Quién no recuerda la frase de: “¡mira!, detrás de aquella estrella van los Reyes Magos, que ya deben de estar cerca de Valencia”, “duérmete pronto que si los Reyes ven que estás despierto no te dejarán regalos” o ¿no oyes los camellos? Y efectivamente todos hemos oído las pisadas de los camellos alguna que otra noche de reyes…

La llegada de los Reyes Magos era un hecho singular y esperado más que ahora. Las familias vivían como podían y el dinero era escaso en muchos hogares. Las amas de casa estiraban el suelo de los maridos de una forma asombrosa. Pero llegado este día, los niños siempre encontraban algún regalo al levantarse.

El 5 de enero antes de acostarte se hacía todo un ritual para recibir a sus majestades: agua y pan para los camellos y una bandejita con dulces y 3 copas con licores o 3 vasos de leche, también había que limpiar muy bien los zapatos y ponerlos en la ventana. Esa noche apenas dormías y, tan pronto como podías, saltabas de la cama y corrías a la habitación de los padres para que acompañaran a ver los regalos. 

Qué felicidad más grande al encontrarte con lo que habías pedido!,  aunque no siempre tenías todo lo que habías escrito en la carta. Los tiempos no estaban para dispendios y los Reyes Magos lo sabían y , además, eran muy prácticos!!

La magia y la ilusión de los Reyes Magos sigue vigente en los niños de hoy en día, pero de otro modo.

En esta sociedad actual se ha perdido el sentido del valor de las cosas porque en la mayoría de familias hemos vivido una época de abundancia en todas las facetas y , además, los adultos no hemos sabido administrar: el premio requiere un esfuerzo previo y que cuando llegan los cumpleaños, santos y fiestas los niños están abrumados con un montón de regalos que luego se abandonan.

Se ha perdido hasta el sentido del juego, antes tenía un sentido social y educativo

Los tiempos han cambiado, y ahora las tecnologías han acortado el período de la ilusión porque la sociedad de consumo ha convertido la candidez ilusionada del niño en un producto con fecha de caducidad que dura lo que tarda en salir el nuevo modelo al mercado, y esto se puede llamar móvil, Wii, consola o cualquier otro artilugio informático, mecánico o científico de nuestra era.

 


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