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El sereno

  • Publicado el

    21 de noviembre de 2014

La emblemática figura del sereno apareció como tal en España durante el último cuarto del siglo XVIII y perduró a lo largo de cerca de 200 años, desapareciendo paulatinamente por el uso del despertador y la aparición del portero automático entre otros avances.

Los serenos han sido por regla general muy queridos y bastante populares en la historia.

Sus cometidos eran variados, encendían las farolas, abrían las puertas de los edificios a los propietarios que regresaban bien avanzada la noche (tenían en su poder las llaves de todos los portales), ejercían de vigilantes nocturnos, voceaban las horas e informaban del estado meteorológico

Otra de sus obligaciones era avisar a los bomberos si se producía un incendio, a la policía por robo u otros altercados y, en general, mantener el orden y la tranquilidad en las calles. Tan a pecho y concienzudamente se tomaban este último cometido que al primer indicio de alboroto o ruido en la calle hacían sonar su silbato enérgicamente, llenando la noche de continuos pitidos. Llegó un momento en que la policía hacía caso omiso de este constante uso del silbato, ya que temían que la mayoría de las veces fuera un aviso de poco interés o necesidad, una falsa alarma, y por ello los ciudadanos pasaron también a ignorarlo, desapareciendo poco después su uso por falta de efectividad.

De ahí la frase de “se le toma por el pito del sereno”.

Nuestras residentes nos dicen que por el hecho de estar en un pueblo o en una ciudad hacía que las funciones del sereno o su forma de trabajar fueran distintas. Por ejemplo, si el que se tenía que levantarse era un labrador,  después de haber escuchado el estado del tiempo,  sabía que no podía ir a labrar al campo y por el contrario el que trabajaba en una fábrica u oficina sabía que tenía que salir  con prendas de abrigo o paraguas.

Mercedes recuerda que en Moncada, un pueblo cercano a Valencia,  el sereno hacía de despertador,  los vecinos dejaban tantas piedras como el número de la hora en la que querían que les despertara y que hacía de reloj y meteorólogo nocturno con frases como : “ serenooooooo, la 1 y plou” o “ serenooooo, les 3 i fa frescoreta”.  También vigilaba las calles y avisaba de extraños y, si hacía falta, acompañaba a los que volvían a casa un poco  “afectados” y no atinaban por ellos mismos.

Se le llamaba dando palmas y diciendo “ serenooooo” y aparecía ataviado con el guardapolvo, la gorra y el palo que conformaban el uniforme de sereno y un farolillo para alumbrar, que con la llegada de la luz eléctrica cayó en desuso

Esta figura desapareció de las calles españolas. El sonido de su porra y su silbato quedó enterrado en 1986,  pero a mediados de 1990 en Gijón y en 2007 en Murcia rescataron al “sereno” con toda su esencia: realizando una buena labor de vigilancia nocturna,  ayudando a cualquier vecino que requiriese ayuda y que trabaja en estrecha colaboración con la policía, bomberos, comerciantes… y lo más importante… que da mucha tranquilidad y seguridad a los ciudadanos .


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